Puerta
Medellín (Colombia), 2012
Puerta, del latín porta.
La idea de límite, como restricción, es una de las quintaesencias de la arquitectura. Hacer arquitectura implica, la mayor parte de las veces, acotar lugares y organizar espacios con el objetivo de controlar regímenes de propiedad y personas, distribuir funciones y envolver atmósferas para diferentes programas. Las puertas juegan un papel esencial en este proceso, como elementos clave en el juego de reglas espaciales. No obstante, las puertas también se pueden entender como mecanismos de escape, aunque con una componente cruel. Escape porque, tal y como delata el origen de la palabra*, son una excepción a la rigidez formal del límite de un espacio; son vacíos, ausencias de materia por las que podemos transitar. Su crueldad radica en su ilusorio grado de libertad, pues enseguida los vanos son tecnológicamente equipados con mecanismos de cierre y apertura, junto con otros elementos de control, por lo tanto reafirmando el límite del que forman parte.
Propusimos hacer de la puerta, lugar a intervenir, un espacio que se mostrara a sí mismo y que cuestionara su propio significado. Para ello, rescatamos la etimología de la palabra y compusimos una gran cartela conmemorativa que recogía el origen mitológico del término, imprimiendo el resultado sobre un fondo reflectante para producir un espejismo en el que la puerta se desmaterializaría y, por lo tanto, se diluyera el límite que construye. En este proceso, los espectadores reflejados, formarían transitoriamente parte de la obra.
*Puerta del latín ‘portare’, portar, levantar el arado para marcar el lugar de una puerta de la ciudad en el proceso de hacer la zanja que delinea las murallas de una ciudad en el imperio Romano en el momento de su fundación.